Una
década de autoritarismo no logró,
sin embargo, destruir una ideología
democrática bastante arraigada en
nuestra sociedad y al menor resquicio de
libertad afloraron manifestaciones no sólo
de una ideología democrática,
sino también, de ideologías
ubicadas más a la izquierda del espectro
político.
Más
allá del drama social generado la
dictadura, esta tuvo la virtud -sin embargo-
de promover un consenso acerca de la necesaria
e inmediata reinstitucionalización
democrática: casi todos los grupos
políticos aunaron sus esfuerzos para
recuperar aquel estado social perdido casi
dos décadas atrás (antes de
los gobiernos autoritarios y de la dictadura
militar) y para avanzar hacia una sociedad
con más justicia y bienestar. La
meta era, quizás, demasiado ambiciosa,
pero sirvió como un horizonte a perseguir
con entusiasmo.